Porque la evolución forma parte inherente al ser humano y a todas sus acciones, vamos a demostrar que no siempre se ha hecho así

¿No te da vergüenza tener las tierras así? ¡Eres un guarro! Así como piensas que va a nacer algo, ¿y tú te llamas agricultor? Aquí siempre se ha hecho de la misma manera y no vas a venir tú ahora a cambiarlo.

Todo esto es lo que tenemos que oír a diario desde que decidimos cambiar la agricultura convencional por la agricultura regenerativa. y de conservación. No te voy a negar que esto nos ha ocasionado más de un disgusto, a nadie le gusta escuchar cosas negativas sobre su trabajo, aún más de personas muy allegadas. Pero estamos convencidos de lo que hacemos, y poco a poco, vamos demostrandolo con hechos.

Cuando empezamos con esta aventura, reconozco que seguimos la estela de lo que se había hecho siempre, abonos en grandes cantidades, fitosanitarios a tutiplen, arar y más arar, mucho dinero y muchas horas empleadas en sacar adelante nuestros cultivos, y al final, los números no salían (bueno, salían en rojo, no te voy engañar).

Con el parón a medias que supuso la pandemia (nuestro sector siguió trabajando), nos dio tiempo a formarnos, Óscar en nuevas técnicas de agricultura y yo en Marketing y Redes Sociales, lo que dio una perspectiva nueva a nuestro negocio (si, es vocación, pero también es una empresa, la hipoteca no se paga sola).

Pero dejemos el tema de redes y márketing para otro día, vamos a centrarnos en el cambio que supuso para nosotros ese descubrimiento de la agricultura regenerativa y de conservación.

Al principio no fue fácil, parecía que nos estábamos jugando la cosecha a ciegas. Empezamos poco a poco, analizando el suelo. Con ésto vimos que nuestro suelo era pobre, no tenia casi materia orgánica. Años de labores innecesarias, productos químicos y cultivos intensivos estaban agotando nuestros recursos. Redujimos al máximo el laboreo, empezamos con la siembra directa en los cerales, y poco a poco, y se nos mostró ante nuestros ojos la Teoría de la Trofobiosis en estado puro. Volvió la vida a nuestro suelo y nuestro entorno, lombrices, mariquitas, aves…se redujeron las plagas (con la consiguiente reducción de fitosanitarios).

Seguimos en inmersos en el cambio, la evolución es lenta pero estamos en el camino. Y la recompensa se nota a simple vista, cultivos más sanos, patatas con sabor a patata, cereales de buena calidad.

Pero la recompensa va más allá, hemos mejorado la salud de nuestro entorno, cuidamos el medioambiente con nuestras técnicas de agricultura de conservación y regenerativa. El cambio de fitosanitarios químicos por otros aptos para agricultura ecológica y la eliminación de los abónos orgánicos ha conseguido que el suelo mejore y vuelva la biodiversidad que debe tener: lombrices que airean el suelo, mariquitas que nos ayudan a luchar contra el pulgón. Las plantas están mucho más sanas lo que repercute directamente en el contenido nutricional de la cosecha.

La reducción del laboreo permite que la tierra retenga la materia orgánica. Además, cuando llueve, el agua se filtra mejor en el suelo aprovechando todo este recurso natural. Por ende, también mejora la efectividad del riego por la misma razón.

Y por supuesto, hemos conseguido ahorrar costes de producción, tanto en horas como en dinero. Hubo un tiempo en el campo absorbía todo el tiempo, ahora, la planificación del trabajo y la reducción de algunas labores nos permite poder disfrutar de tiempo libre, como todo el mundo. Esta planificación nos permite dedicarnos a otras cosas que también nos gustan como seguir nuestra formación, conoceros con jornadas de puertas abiertas, formar a jóvenes agricultores formando parte del plan Cultiva, etc. Todo con el de hacer atractiva la agricultura y que los jóvenes se puedan plantear este oficio como uno más dentro de la oferta laboral actual.

Todos los trabajos han evolucionado con el tiempo, ¿por qué la agricultura no va a poder hacerlo?. Las cosas no siempre se han hecho así.

«No siempre se ha hecho así»