Estaba yo la semana pasada revisando todos los datos de los registros del Sistema de Gestión de la Seguridad Alimentaria para la auditoría anual de Sanidad, cuando pensé, “Gema, esto tienes que contarlo en el blog”.
¿Cómo lo harán en la NASA?
Y eso me preguntaba yo, registros de temperaturas de las naves y de los cajones con patatas, trazabilidad de lotes/clientes, de transporte, de limpieza, de mantenimiento de máquinas, de materiales de limpieza, de composición del agua, de control de plagas, de formación, de envasado, de proveedores (incluidas reclamaciones), de buenas prácticas de producción,…, total, 84 páginas de registros sólo hasta septiembre.
A esto le tenemos que sumar la gestión de gastos e ingresos, pedidos de la tienda online, gestión de redes sociales, el cuaderno de campo (que refleja la vida de cada lote de patatas desde antes de su siembra hasta su recogida), la Ley Oficial de Protección de Datos y el Sistema de Prevención de Riesgos Laborales, el resultado de la ecuación no deja lugar a dudas. El 80% de mi tiempo lo dedico a papeleo y burocracia, necesario, pero a veces abrumador.
Yo me lo guiso y yo me lo como
Y es que, realmente, tenemos que hacer el mismo papeleo (cualitativamente) que cualquier empresa grande. El problema viene cuando no se tienen los conocimientos o el tiempo para realizarlo (para un agricultor a tiempo completo esto puede resultar muy difícil) o los recursos suficientes para externalizarlo (otra problemática muy normal en estos días).
Nosotros somos dos, y de momento podemos apañarnos, yo tengo el tiempo y los conocimientos para llevar el papeleo de la empresa y Óscar puede dedicarse a tiempo completo a cuidar de las patatas como experto agricultor. Pero, ¿y todas aquellas personas que abandonan su emprendimiento/negocio sepultados bajo el peso de la burocracia?. Lamentablemente esto pasa muchas más veces de lo que debería.
Con amor y paciencia, nada es imposible (Daisaku Ikeda)
Desde que me dedico a esto, sobre todo si nos metemos en el tema de subvenciones, me he dado cuenta de que si consigues llegar al final te llevas el premio (aunque no siempre sucede así, claro está). Veo los interminables trámites electrónicos como una carrera de fondo en el que yo soy una corredora más. La meta está allí, al final, muy lejos de mi vista. Y entre medias, un sinfín de obstáculos que me van a hacer tropezar una y otra vez. En estos casos, mi más fuerte aliada es la perseverancia, caer y levantarme continuamente, sin darme nunca por vencida, sabiendo que al final me espera mi recompensa.
En la NASA no tienen patatas
Y realmente por eso seguimos en este negocio, porque creemos en nuestro proyecto y no dejamos de levantarnos por mucho que la vida se empeñe en tirarnos una y otra vez: coronavirus, crisis, inflacción, subida de precios…
Somos perseverantes, nos gusta nuestro trabajo y lo hacemos bien. Además, en la NASA no hay patatas, por eso tenemos que seguir cultivándolas nosotros ¿no crees?.
“La vida recompensa de forma extraordinaria a quienes se entregan de forma extraordinaria”