Saber de dónde venimos y el legado que nuestros mayores nos han dejado, es fundamental para seguir avanzando con los pies en el suelo y afianzarnos en el camino. Hoy vamos a viajar a un pasado no muy lejano que ha determinado nuestro presente y probablemente determinará nuestro futuro. De esta manera continuamos en el punto que dejamos la historia de La Pobrera, con la siguiente generación, los padres de Julián (y abuelos de Óscar), Sinfor y María. Acompáñame por este viaje al pasado.

Un paseo por el pasado
Os voy a contar una historia de lucha, esfuerzo y superación. Una historia que empezó hace mucho, mucho tiempo, tanto como la edad de estas tierras fértiles de Pinarnegrillo. Pero para no alargarme, vamos a empezar a principios del siglo XX, con el nacimiento de una generación de hierro que sobrevivió a guerras, hambre y pobreza en un pasado no tan lejano.
Esa generación tuvo que enfrentarse desde muy joven a una Guerra Civil y la pobreza y el hambre fueron sus compañeros inseparables durante mucho tiempo.
Durante la posguerra española, los agricultores desempeñaron un papel crucial en la recuperación económica y social del país. A pesar de estos esfuerzos, la vida de los agricultores en la posguerra fue extremadamente dura. Muchos enfrentaron la escasez de recursos, la inestabilidad de los precios agrícolas y la lucha contra el mercado negro. Sin embargo, su trabajo fue fundamental para la recuperación del país y la eventual modernización del sector agrícola.
Por aquel entonces, en Pinarnegrillo, como en tantos otros pueblos de España, casi todo el mundo tenía su huerta. Vamos a coger a una de esas personas como ejemplo, el abuelo Sinfor, que, con su carro y su burro, vendía sus hortalizas, con tanto esfuerzo cultivadas, en los mercadillos de los pueblos aledaños (Fuentepelayo, Mozoncillo, Aguilafuente…) para traer dinero a casa. Sin él saberlo, su producción era totalmente ecológica, sostenible y regenerativa (tan de moda hoy en día), pero en esa época no se ponían etiquetas. También favorecía la economía circular, puesto que él y muchos como él, movían la economía de la provincia.
Nadie ponía ni nombres ni etiquetas a este tipo de agricultura porque era lo normal. Y así debería seguir siendo, primando la calidad en vez de la cantidad, pero esta normalidad por desgracia, nuestra generación la ha convertido en algo extraordinario. Comer sano y natural no debería convertirse en algo fuera del alcance de muchos, ni en gourmet ni de lujo, pero para eso es necesario cambiar muchas cosas y eso ya es otra historia.
El papel de las mujeres
Pero no sólo tenemos que hablar hoy del abuelo Sinfor. La abuela María, como tantas otras mujeres, tuvieron un papel muy importante pero también silencioso (rozando lo invisible) en el campo en aquella época. Las mujeres en el campo trabajaban largas horas en la agricultura, a menudo realizando tareas pesadas que antes eran consideradas trabajo de hombres. Además, tenían que lidiar con la escasez de alimentos y recursos, lo que las obligaba a ser ingeniosas y a encontrar maneras de sobrevivir. A pesar de las dificultades, muchas mujeres rurales mostraron una gran resiliencia y capacidad de adaptación.

Un homenaje a nuestros mayores
Gracias a esa generación tan fuerte, hoy estamos todos aquí. A pesar de las adversidades sufridas en el pasado, estas personas han demostrado tener una increíble resiliencia y una tremenda capacidad de adaptación. Vaya desde aquí un pequeño homenaje a nuestros mayores y a todas esas personas luchadoras que se esfuerzan cada día por salir adelante a pesar de las dificultades.