La patata es un tubérculo con un elevado contenido de agua en su interior y, como todo ser vivo, consume oxígeno al respirar y desprende dióxido de carbono, lo cual, entre otras cosas determina sus condiciones de almacenamiento. Si quieres que duren mucho, sigue estos consejos para conservar las patatas en perfecto estado.
Cómo conservar las patatas en casa
Antes de cocinarlas, tenemos que conservarlas en casa, y una conservación inadecuada de las patatas podría disminuir su calidad rápidamente. En general, las patatas deben almacenarse en lugares bien ventilados, frescos, oscuros y secos. Por lo tanto, para evitar la pérdida excesiva de humedad o el encogimiento y la pudrición de los tubérculos hay que tener en cuenta la temperatura ambiente, la humedad, la entrada de luz y la ventilación del lugar donde se almacenan.
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Humedad: La humedad para el almacenamiento de las patatas debe oscilar entre el 90 y el 95% para conservar su calidad y firmeza y evitar que las patatas pierdan agua por evaporación. Por debajo de ese margen, las patatas se ablandan y arrugan debido a dicha pérdida de agua. Esto es factible en un almacén con temperatura y humedad controlada, no así en una casa. En este caso, debemos elegir un lugar seco ya que si las patatas están húmedas o mojadas, favorecería el desarrollo de patógenos y estimularía la germinación.
Temperatura: La temperatura es determinante para que se conserven durante más tiempo en condiciones óptimas. La temperatura ideal de almacenamiento de la patata es algo superior a la de refrigeración, de 7-10 °C. Las altas temperaturas aumentan la respiración y transpiración, y la pérdida de agua. Además, a temperaturas elevadas el tubérculo tiende a germinar. Por otro lado, a temperaturas demasiado bajas, parte del almidón se convierte en azúcar, lo cual modifica el sabor, la calidad y las propiedades nutricionales de la patata. Nunca almacenar en la nevera.
Luz: Los tubérculos deben almacenarse en la oscuridad para mantener sus propiedades intactas y evitar la aparición de zonas verdes. Expuestos a la luz, se vuelven verdes lo que indica que empieza a formarse una sustancia tóxica denominada solanina. Si este compuesto se ingiere en gran cantidad, puede provocar, entre otras consecuencias negativas para la salud, vómitos, náuseas o diarrea.
Ventilación: la ventilación es fundamental en su almacenaje. El movimiento del aire ayuda a mantener las condiciones óptimas de temperatura y humedad y evita la condensación en el almacenaje. De esta manera, se prolonga el buen estado de los tubérculos y se previene la aparición de hongos o bacterias.
Recipiente: Las patatas nunca deben almacenarse en plástico. Lo mejor es que estén en un ambiente aireado como una caja de madera con agujeros o huecos que aseguren una buena ventilación. También pueden usarse sacos de lino o de yute. Las patatas no deben almacenarse junto a manzanas o peras porque estas frutas desprenden etileno, un gas que acelera el envejecimiento de las patatas y puede provocar que broten antes.
Además, es importante inspeccionar periódicamente las patatas almacenadas y apartar aquellas patatas germinadas o descoloridas. Estas patatas apartadas pueden consumirse si se eliminan los pequeños brotes y las manchas verdes.
¿Qué hacer cuando llegan a casa?
No lavar: Las patatas no deben lavarse hasta que no se vayan a emplear para evitar que se pudran. En el momento en el que se van a utilizar deben lavarse con agua y puede usarse un cepillo especial para conseguir eliminar la tierra y los brotes. También es importante cortar los brotes, las partes verdes y las partes negras de las patatas antes de cocinarlas.
Cocción: Con la cocción de la patata se pretende reblandecer su carne para poder consumirla. Sin embargo, es importante no dejarla cocer más tiempo del necesario para evitar que la patata se deshaga al intentar manipularla o en el propio guiso del que forma parte. El agua de la cazuela debe cubrirlas por completo para asegurar una cocción homogénea. Puede añadirse al agua de cocción una pizca de sal y un chorrito de vinagre para que estén más sabrosas y evitar que se deshagan.
¿Con piel o sin piel?: Ambas son correctas en función del plato que queramos preparar. Por ejemplo, para los guisos y purés lo mejor es que la patata esté pelada y que se haya partido con la técnica del chascado (con cortes más irregulares) para que durante la cocción suelten más almidón y el caldo tenga más textura. En cambio, para preparar otros platos con patatas como ensaladas, ensaladillas o timbales es mejor cocer la patata con la piel poque mantiene más su sabor.
Uno de los principales motivos para dejar la piel de la patata durante la cocción es evitar que ésta se pase de más y se deshaga en la cazuela. Antes de cocer la patata con piel debe lavarse bien bajo el grifo de agua fría para que la piel se mantenga tersa y el resultado final sea mejor. Otro motivo por el que la patata puede cocerse con piel (lavándola previamente) es el sabor. El tubérculo conserva mejor el sabor si se cuece con la piel. Sin embargo, cuando se cuecen con la piel es importante lavarlas bien y eliminar las partes verdosas y los brotes.
Por otro lado, en la piel de ésta es donde están casi todas las propiedades de la patata, ya que la mayor parte de la fibra y de la vitamina C está ahí y éstas se consiguen mantener, en parte, si se cuecen las patatas con la piel. Además, al cocer las patatas con piel conseguiremos que mantengan todo su almidón.
Tiempo de cocción: En todos los casos, lo más importante es que la patata quede blanda, pero compacta, de manera que al cortarla no se rompa. También es importante que, a la hora de cocer las patatas, todas sean del mismo tamaño para que tarden el mismo tiempo en cocerse. Cuanto más grandes sean, más tiempo de cocción necesitarán, por ello, lo mejor es que sean de un tamaño mediano. Sin embargo, calcular el tiempo de cocción es complicado porque, además del tamaño, la variedad de patata también influye en el tiempo de cocción que necesitan. Como orientación, generalmente las patatas necesitarán 20-40 minutos desde que el agua empieza a hervir para estar listas. Una vez ha empezado el agua a hervir, debe bajarse la intensidad del fuego para evitar que se deshagan. Para comprobar que están cocidas, se puede introducir con suavidad un pincho de brocheta o una aguja larga. Si entra sin dificultad, significa que están cocidas. Luego, se escurren y, si para el plato que se quiere preparar es necesario pelarlas, hay que tener en cuenta que se pelan mejor cuando están calientes o templadas.
¿No tienes tiempo para cocinar?
Las patatas pueden cocinarse de diferentes formas, ya sea cocidas, asadas o fritas. Sin embargo, tardaremos menos tiempo si usamos el microondas, la olla exprés o la freidora de aire.
Microondas: Al no usar agua, mantiene mejor el sabor y los nutrientes de las patatas. Es importante tener en cuenta que con esta técnica de cocción no se ha añadido sal, por lo que puede añadirse después de la cocción. Además, deben pincharse las patatas antes de meterlas al microondas para evitar que exploten. Lo ideal es que sean de pequeño tamaño, y pueden cocinarse de 2 maneras:
- Con lékué o estuche de vapor. Una vez lavadas con agua fría, las patatas se colocan en el lékué y luego se introduce el estuche en el microondas y se cocinan durante 10 minutos, como máximo a 800W. Al finalizar el tiempo programado deben pincharse las patatas para comprobar si están hechas, si no es así deben programarse un par de minutos más y se volverá a comprobar si están listas.
- Con papel film. El primer paso es lavar bien las patatas con agua fría. Una vez limpias, se envuelven con papel film, se pinchan con un objeto punzante para evitar que exploten en el microondas y se colocan separadas en un plato apto para microondas. A continuación, se meten al microondas aproximadamente 10 minutos a 800W de potencia. Cuando pase el tiempo, debe comprobarse si están bien cocidas pinchando una de las patatas. Si no lo están, deben cocinarse durante 2-3 minutos más y se vuelve a comprobar si están listas.
Olla Express: Tras haber lavado bien las patatas con agua fría se echan en la olla exprés con agua y sal, de manera que el agua las cubra por completo. A continuación, se cierra la olla y se cocinan a fuego fuerte durante, aproximadamente, 5-10 minutos, en función del tamaño de las patatas. Una vez acabada la cocción, las patatas estarán listas.
Freidora de aire: Para evitar la fritura en aceite y, por ende, una mayor cantidad de calorías, siendo un alimento más contundente y saciante, puede usarse la freidora de aire que dará lugar a patatas tan crujientes y sabrosas como las patatas fritas en aceite, pero con solo una cucharada de aceite. En primer lugar, se lavan, pelan y cortan las patatas en la forma deseada y todas del mismo tamaño. A continuación, se ponen las patatas en un bol con agua fría durante 5 minutos para reducir la cantidad de almidón y evitar que posteriormente se peguen en el cocinado. Transcurrido este tiempo, se escurren y secan las patatas y se les añaden sal y aceite. Seguidamente, se introducen en la freidora de aire y se cocinan durante 15 minutos a 180 °C. A mitad de cocción, se saca la cesta y se da la vuelta a las patatas para que se doren uniformemente y para que no se peguen a la base de la cesta. Cuando finalice el tiempo, pinchamos una de las patatas para comprobar que esté hecha y, en el caso de que no lo estuviera, se programan unos minutos más hasta que estén bien cocinadas.
La patata tiene diferentes propiedades y beneficios para nuestro organismo. Aporta hidratos de carbono, minerales como el potasio o el calcio, vitaminas, fibra alimentaria y antioxidantes. La manera más saludable de preparación es hacerlas asadas, cocidas, hervidas al vapor o en la freidora de aire.
Las patatas son muy versátiles y pueden usarse como guarnición, ingrediente de un plato o plato principal, dependiendo del estado de salud y de los objetivos de salud o de rendimiento físico de la persona que las consume.
Las patatas se incluyen en el grupo de los cereales, y por ello, deben suponer un cuarto del plato en el caso de que el objetivo sea llevar una alimentación equilibrada y saludable. En el caso de los deportistas en días de entrenamiento o de competición, las recomendaciones indican que la mitad del plato debe estar formada por alimentos del grupo de los cereales, es decir, por ejemplo, la patata. Por otro lado, personas cuyo objetivo es la pérdida de peso deberían consumir patatas una vez a la semana y en cantidad moderada (un cuarto del plato o menos).
Tal y como se ha visto en este artículo, las patatas pueden ser una fuente de hidratos de carbono interesante y rápida de cocinar. Las patatas al microondas son un claro ejemplo de cómo añadir a nuestro plato un alimento saludable, nutritivo y sabroso, que cubra la parte de cereal del plato.